Allá donde el aire huele a trópico

Hace 8 meses que dejé la paradisíaca ciudad de Villahermosa para estudiar en la contaminada, atiborrada y multicultural Ciudad de México, aún extraño el sudor cayendo por mi espalda, los combieros atravesándose en pleno 27 de febrero y el sabor de unas buenas empanadas de pejelagarto (claro que ahora soy vegetariana, pero ese no es el punto).

Las elecciones tabasqueñas se han convertido en tan sólo dos días una de las noticias más importantes a nivel nacional junto a Oaxaca y el caso de Chiapas. Desde antes se veía venir su importancia política, escuché a Ojeda y a Granier en las noticias con Carmen Aristegui. Este lunes 16 de octubre en todos los noticieros se habla de la represión de Manuel Andrade sobre los perredistas y la compra de votos de Granier con bicicletas y bueno, más y más información que no hace sino a ponerme a pensar ¿Acaso Tabasco se reduce a pejelagartos y políticos?

Aunque no soy natal tabasqueña me considero choca de corazón. Conocí la cultura del tabasqueño con piquetes de mosquito, combis atiborradas y campamentos en Teapa. También en los toquínes de las bandas locales, en los helados “La Polar”, en las elecciones de “La flor más bella” (que no es de mis eventos predilectos, ya hablaremos al respecto) y en los eventos culturales que muchos chavos, a base de picar piedra y han logrado sacar adelante eventos de calidad y difundir la riqueza artística y cultural de la juventud tabasqueña.

Supongo que así será siempre, como seres humanos somos morbosos por naturaleza y cuando alguien hace algo chido tardamos mucho más en enterarnos que cuando “la cagan”. Invito a los jóvenes tabasqueños a seguir buscando espacios, a seguir haciendo mano de la tecnología para crear comunidades artísticas que transformen nuestro estado en un lugar donde los ríos y la selva sean inspiración para la creación ¡No más políticos gordos! ¡No más publicidad negativa para los chocos! ¡Doña Esa para gober!

Gracias.